OPINIÓN: 'INDIGNAOS' por Nelson Venegas, Abogado y Alcalde de Calle Larga

OPINIÓN: 'INDIGNAOS' por Nelson Venegas, Abogado y Alcalde de Calle Larga

Una corriente de desencanto y de indignación cruza todo los lugares del mundo, desde Grecia a Inglaterra, desde Francia a España, incluyendo hoy su llegada a nuestro país.

Sus motivos: variados y múltiples.  Su teórico: Un héroe de la resistencia francesa llamado Stéphane Hesse, con un pequeño libro denominado “indignaos” cuyo texto íntegro se puede encontrar en la Web a través del buscador Google. Su sustento básico: Interrogarse, cómo es posible que en la época de la pos guerra, cuando los países eran hasta 7 veces más pobres de lo que son hoy, garantizaban los derechos sociales básicos como salud y educación gratuita a todos sus habitantes, cuestión que hoy, sabemos, no ocurre.

Este pequeño texto, tan mínimo, fue capaz de abrir una caja de Pandora acumulada desde la época del consenso de Washington y de la imposición mundial a principio de los ochenta de la variable más liberal del capitalismo moderno denominada Neoliberalismo.

Por eso, que quién haya creído que el conflicto de la educación que ha estallado en Chile, se trata de otra demanda sectorial más, fomentada por el desencanto con el gobierno actual, se equivoca. Lo que ocurre, es más grande  e impredecible. Se trata de una crisis épocal.

No sólo se trata de la desilusión con el actual modelo económico, el cual si bien otorga niveles de crecimiento extraordinarios, no es capaz de  satisfacer el motivo del por qué los individuos deciden vivir en sociedad y que se basan principalmente en la colaboración mutua, la solidaridad y la protección ante la naturaleza y la incertidumbre.

Por que nunca las personas fueron tan desiguales como ahora. Tampoco nunca el planeta y sus habitantes, todos,  estuvieron tan al borde del peligro y la autodestrucción. (sociedades de riesgos las denomina Ulrich Beck).

Por otra parte, las personas tampoco nunca tuvieron tal grado de conocimientos e inmediatez en estos, y por lo tanto ya no están dispuestos a entregar toda su representatividad en un grupo de iluminados que sabrían siempre, supuestamente, que hacer.

Ya la democracia representativa no es capaz de resolver las inquietudes de este nuevo sujeto histórico que ha nacido y que ejerce como nunca antes su ciudadanía. Esa ciudadanía que hoy se expresa más por fuera que por dentro de las instituciones nacidas, supuestamente, para representarla.

Por eso que no saben qué hacer. Por eso que la política tradicional, el gobierno actual y los partidos políticos, todos, deambulan desesperados tratando de reconquistar un afecto, del cual ya no gozan, ni gozarán más.

Si a eso sumamos el hecho que nuestra Constitución Política, no nació de la voluntad de los ciudadanos, que además contiene cláusulas que la erigen como una de las más ideologizadas, neoliberales y autoritarias del mundo, y que por último, no tiene ninguna sintonía con los tiempos, puede agravar el problema hasta lugares aún más inasibles.

Por eso que se equivocaban aquellos que señalaban hace algún tiempo que, “estos no eran los problemas de la gente”. Hoy tienen a la entrada de sus palacios a miles de estudiantes pidiendo algo tan lógico como el derecho a la educación de calidad y asegurada por el Estado, entendida como derecho fundamental, (por que eso es lo que quieren, no más bonos por aquí o becas por allá).

Y por eso que ayer tuvieron a la entrada de sus mismos palacios a millones rechazando  Hidroaysén y por eso que mañana tendrán movilizaciones de trabajadores, de mineros, de minorías sexuales, de ecologistas, de taxistas, de consumidores y cuanto más.

¿En qué están los políticos tradicionales? Analizando qué tipo de lista les beneficia más para ganar las próximas elecciones a cada partido, eso los unos, los otros, culpando a los opositores como obstruccionistas, como si fueran los partidos de oposición quienes encabezaran las demandas de la calle. Y los  que están por arriba, los dueños del País,  se encuentran atentos a cuando el país entre en riesgos mayores, para así llevarse sus capitales a otras bolsas en otros países, sin importarles nada más.

En pocas palabras, lo que tenemos es un gobierno acorralado, una concertación que, exitosamente, ya cumplió su ciclo histórico, además, está ausente y deslegitimada y por último, una ciudadanía efervescente, escéptica, crítica, más informada, que no se siente representada por las viejas estructuras económicas, políticas y de liderazgos.

Un País, que como dijera el autor de un famoso libro, ve como lo viejo se derrumba y muere, y lo nuevo ya no aguanta más por nacer.

NELSON VENEGAS SALAZAR.
Twitter: @nvenegas74

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